lunes, 17 de agosto de 2009

LA PALABRA DE DIOS DEBER SER ANUNCIADA (Ezequiel 3:16-21)

Propósito: Mostrar que la predicación de la Palabra de Dios afecta nuestra salvación.
Introducción:
A. En la vida existen muchas responsabilidades. Desde que somos niños, además de tener derechos, tenemos responsabilidades. El matrimonio, la educación de los hijos, el cuidado que implica una familia y el trabajo.
B. En la vida espiritual también existen responsabilidades. Una de ellas es la predicación de la Palabra de Dios. ¿Quién debe predicarla? Cada cristiano. Eso creo que todos lo entendemos.
C. Sin embargo, una cosa que hoy vamos a aprender, es que existe un compromiso muy serio en esta obra, no sólo porque es un mandamiento de Dios, o un acto de agradecimiento por su salvación, sino por las consecuencias que tiene al llevarla o no a cabo.
D. Cuando recibimos la Palabra de Dios, ella trajo gloriosas bendiciones espirituales, pero también trajo consigo un compromiso que no es opcional: Que la Palabra de Dios debe ser predicada.

I. PORQUE DIOS NOS HA LLAMADO A PREDICARLA (v. 16, 17)
Un vez que Ezequiel ha tenido una experiencia gloriosa en la que le ha quedado claro el poder, la presencia y los planes de Dios para con su pueblo, y una vez que ha meditado en ello por siete días, es llamado por Dios como su “...Atalaya...”
1. La palabra hebrea es bien traducida por “atalaya” o “centinela”
a) En los días del Antiguo Testamento las ciudades eran amuralladas, en las cuales se construían torres, donde se paraban hombres a vigilar a la distancia para advertir sobre algún enemigo (33:1-6).
b) Como vemos, las vidas de la ciudad entera, y aún la vida de sí mismo estaba en sus manos.
2. El punto importante en esta sección de Ezequiel, tiene que ver con el instrumento que Dios usa para entregar su mensaje.
a) El mensajero: Ezequiel (v. 17)
b) En la actualidad Dios sigue usando al hombre para anunciar su palabra: Jesucristo, sus apóstoles y todos los creyentes (Juan. 20:21; Mateo. 28:19, 20; 1 P. 2:9; Hechos.5:42)
c) No puede ser nadie más, sino el cristiano quien entregue la Palabra de Dios hoy en día, pues nadie más ha sido beneficiado con ella.
3. ¿Qué clase de Atalaya somos?
a) Muchas veces somos como los descritos en Isaías 56:10-12: Ciegos, ignorantes, perros mudos, soñolientos, echados durmiendo, no hacen otra cosa sino saciarse a sí mismos, egoístas, pensando que no hay peligro.
b) Las personas a nuestro alrededor (amigos, vecinos y familiares) viven impíamente, sin Dios y sin esperanza en el mundo, ¡y callamos!
c) Nuestro deber es “amonestarles de parte de Dios” (v.17), o como dice la RV89: “...les advertirás de mi parte...”, ¿estamos haciendo esto? ¿Qué clase de atalayas somos?

II. PORQUE A TRAVÉS DE ELLA LOS HOMBRES SON AMONESTADOS
En primer lugar, Dios tiene un mensaje claro para el hombre pecador (v. 18)
1. “...De cierto morirás...”, he allí la advertencia.
a) Estas palabras más que expresar un castigo, expresan una consecuencia por la desobediencia.
b) ¿Recuerda el caso de Adán y Eva? Dios les dijo, “...mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás...” (Génesis 3:17)
c) Hasta el día de hoy, el Señor sigue dando ese mismo mensaje al pecador (Romanos. 3:32; Romanos 6:23)
d) El hombre necesita saber lo que producen sus malas obras delante de Dios y cómo afectan su destino eterno.
2. El impío necesita saber del peligro en el que se encuentra día a día.
a) ¿Cuándo ha de llegar el momento para que el impío sea juzgado? La Biblia dice que está establecido que los hombres “...mueran una sola vez, y después de esto el juicio...” (Hebreos. 9:27)
3. El impío necesita enterarse de eso:
a) Para que se arrepienta (Hechos. 17:30, 31)
b) Para que pueda ser salvo.
c) Pues con la denuncia de sus pecados y sus consecuencias, Dios también ofrece rescatarle, salvarle de ese camino de condenación que está siguiendo: “...para que el impío sea apercibido de su mal camino a fin de que viva...” (v. 18)
En segundo lugar, Dios también tiene un claro mensaje para el justo (v. 20)
1. Que no se “aparte de su justicia”, que “no haga maldad”
a) Hacerlo implica la muerte: “...él morirá [...] en su pecado morirá, y sus justicias que había hecho no vendrán en memoria...”.
b) ¿Nota usted todo lo que pierde el justo por hacer lo malo? Toda su vida llega a ser un completo desperdicio, pues si muere en sus pecados, todo lo bueno que hizo no existirá, aún los hombres las olvidarán.
2. Los cristianos debemos amonestarnos, advertirnos de los peligros que hay si nos apartamos de Dios.
a) Por medio de las Escrituras (1 Corintios. 10:11; 4:14)
b) Debemos instruir y advertir a nuestros hermanos con respecto a la santidad y la justicia de Dios.

III. PORQUE SEREMOS JUZGADOS SI NO LO HACEMOS.
Dios le dice a Ezequiel, que si el impío y el justo mueren por sus pecados, morirán, pero que él también sufrirá por no haberles amonestado:
1. Hay dos contrastes: “...su sangre demandaré de tu mano...” (v. 18, 20) con “...tú habrás librado tu alma...” (v. 19, 21).
2. El asunto de predicar la Palabra de Dios es uno que nos afecta:
a) Negativamente, si no lo llevamos a cabo.
b) Positivamente, si lo llegamos a cabo.
3. La realidad es que habrá muchos cristianos que sean condenados, no por borrachos, adúlteros, mentirosos, etc., ¡sino por no predicar la Palabra de Dios!
No prediquemos para llenar un local, o para jactarnos del número de gente que tenemos, sino para “librar nuestras almas”.
1. El local puede estar lleno de gente, pero, ¿a cuántas de ellas les predicó usted la Palabra de Dios?
2. El local puede estar lleno de gente, pero, ¿a cuántos de ellos usted amonesta, anima, exhorta?
3. Bien decía el apóstol Pablo: “...Pues si anuncio el evangelio, no tengo por qué gloriarme; porque me es impuesta necesidad; y ¡ay de mí si no anunciare el evangelio!...” (1 Corintios. 9:16)
4. Si esta verdad penetra bien en nuestra mente, no podremos dejar de predicar la Palabra de Dios (Jeremías. 20:9)
Libremos nuestra alma, cumplamos con nuestro deber.
1. Nuestro deber no es llenar locales, sino anunciar la Palabra del Señor.
2. Si el impío o el hermano pecador ignoran nuestra predicación, ellos sufrirán las consecuencias (v. 19: “...él morirá por su maldad...”), pero nosotros habremos librado nuestra alma.

Conclusión:
Hermanos, “La Palabra del Señor debe ser anunciada”:
Porque Dios nos ha llamado a predicarla.
Porque a través de ella los hombres son amonestados.
Porque seremos juzgados si no lo hacemos.

¿Iremos, pues, a predicar la Palabra de Dios?...

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